lunes, noviembre 19, 2007

Tales From The Inner Lands - Principio de la Oscuridad (Parte II)

Banshee a veces no entendía el comportamiento de Ondina. De vez en cuando hacía las cosas que parecía que las hiciese expresamente por rencor, pero otras, como lo que había hecho ahora, demostraban una amabilidad incomprensible. Que hubiese conseguido que el chico y ella se quedaran a solas era algo que le agradecería durante mucho tiempo, si es que Ondina se lo permitía.

Banshee lo miró a la cara mientras se acercaba al scanner. Estaba con los ojos cerrados, como sumido en un sueño, inmóvil, esperando (suponía Banshee) que alguien le dijera que la prueba había terminado.

-¿Cómo te encuentras? - le preguntó Banshee, sin acertar a una pregunta más concreta. Aquella situación le resultaba un tanto violenta, era la primera vez que se encontraban hablando dentro del Interior y, con sus cuerpos allá dentro, era como si volviesen a conocerse de nuevo. El muchacho abrió los ojos ante la pregunta, para ver con quien hablaba.

- Un poco... extraño. Aún no me he acostumbrado al cambio - se miró las manos extendiendo el brazo hacia adelante - mis manos, mis pies, mis brazos y mis piernas... de pronto todas mis extremidades miden más. Es una sensación extraña, aún ando tropezándome con el suelo.

Banshee sonrió. Se recordó a sí misma en su habitación, enredada con su propio pelo e intentando llegar al cuarto de baño para mirarse la cara en el espejo, años atrás, cuando experimentó el primer cambio.

- A todos nos pasa la primera vez - le dijo un tanto divertida - te acostumbrarás. Es más, habrá cosas que disfrutarás mucho. ¿Has probado ya a ver en la oscuridad?

- ¿Ver en la oscuridad?

- Sí. Perteneces a una de las razas del fuego. Cuando aprendas cómo, podrás ver la radiación infrarroja. No sé como es, no puedo hacerlo - sonriéndole otra vez, Banshee se dio cuenta de un detralle - ¿Y bien? ¿Me veo muy diferente en este mundo?

El chico la miró extrañado.

- ¿Nos... conocemos?

- Obviamente sí me veo diferente - rió Banshee - Bueno... sigue gustándome leer a Heinlein.

Ante aquella revelación, el muchacho abrió los ojos de par en par, como si hubiese descubierto una verdad que siempre había tenido delante.

- ¡Eres tú! - gritó - Bueno, la verdad ya no sé de que me extraño. He visto a tu amiga en este mundo, la que estaba en la cafetería el día en que nos conocimos y, la verdad, ya me costó creer que fuese la misma persona, pero después de eso debería haberme ido acostumbrando. Aunque sí que te ves diferente, muy diferente. No creo que hubiese adivinado que eras tú en un millón de años, con toda la gente que ha venido a verme hoy.

Las pruebas de “bienvenida” siempre eran así para todos, pensaba Banshe, y más si eras un... Banshee se fijó entonces en las hebras de energía que salían de la espalda del chico. Intentó sostener una con las manos. Era una sensación extraña, difícil de describir si nunca se ha experimentado. Las hebras no eran del todo materiales, aunque podía aguantarlas con una mano, parte de ella se hundía en la carne, provocando un ligero calor.

- Son extrañas - dijo él - ¿Qué son?

- ¿Aún no te han hablado de ellas? - él negó con la cabeza - Verás. En este mundo todos generamos cierta cantidad de energía mágica en nuestro cuerpo. A su vez, todos nosotros irradiamos cierta cantidad de energía mágica, la cantidad de energía que nuestro cuerpo no puede manejar y que debe expulsar si no utilizamos. Esa cantidad de energía nos marca el poder mágico que poseemos, debido a que todos los humanos podemos albergar más o menos la misma cantidad de energía en nuestro interior y lo que cambia es la cantidad que generamos. - Banshee hizo una pausa, acariciando la hebra que estaba en su mano - Tu caso es especial, generas tal cantidad de energía que la que expulsas se vuelve visible. Y ésta se manifiesta como finas tiras de energía, similares a alas. Es por eso que a los que son como tú los suelen llamar alados.

El muchacho hizo una mueca, mirando hacia arriba.

- No me he enterado de nada - sonrió

- Bueno, - rió Banshee - ya irás entendiéndolo. Te enseñarán también a hacer que desaparezcan, al menos temporalmente. Sea como sea, estas alas siempre estarán contigo, recordándote quien eres.

***

Fuera como fuere, el tiempo pasó en ambos mundos. El muchacho creció en experiencia dentro del Interior, siendo entrenado por otros exteriores como él. Le enseñaron a manejar sus poderes interiores, le enseñaron a dominar el fuego con el que estaba ligado.

Pero a Banshee no se le permitía entrar en la academia. Es cierto que podía escabullirse entre las sombras y entrar sin ser vista. Podía encontrar un lugar oscuro en el patio de entrenamiento, donde nadie la viese y observar los entrenamientos. Le divertía ver como Ondina practicaba con el muchacho, instruyéndole en el combate y viendo como incluso a la experimentada guerrera a veces le costaba mantener a raya al nuevo. El chico había demostrado una velocidad excepcional y mucho talento usando una espada en cada mano. Sin embargo, no podía acercarse sin ser vista.

Los únicos momentos en que podía pasar buenos ratos con él eran en el Exterior, tras terminar las clases de la universidad y reunirse todos juntos en la cafetería. Le gustaba oír a Alfa y Omega reírse con él. No era un Merodeador, pero se había integrado con los cuatro oficiales como si uno más de ellos se tratara.

Pero cuando eres un exterior, tienes dos vidas. Ambas son parte de ti y no estás completo sin una de ellas. Y por supuesto, Banshee sólo sentía que estaba con el muchacho a medias. Su relación con él no era completa.

Así que un día se arriesgó. Era de noche entonces, pasada ya casi toda la tarde y apenas quedaba ya nadie entrenando, salvo el chico que había decidido quedarse antes de marchar hacia el Exterior a descansar. En el patio de entrenamiento nada se veía, salvo sus alas brillantes que lo hacían parecer un ave envuelta en llamas. Estaba concentrado y con los ojos cerrados cuando Banshee se le acercó a él.

- ¿Te han dejado solo? - le dijo ella mientras entraba en el patio.

- Eso parece. Se fían ya de mí lo suficiente como para dejarme entrenar a solas - él abrió los ojos y miró hacia donde estaba ella.

- Vaya. Ya puedes ver en la oscuridad, - advirtió - me has visto llegar. ¿Que tal entrenar un rato conmigo? Puede ser interesante - Banshee sacó dos cuchillos que llevaba en la cintura.

- Está bien. Pero... ¿puedes ver también en la oscuridad? - el chico se concentró un momento, lo suficiente para hacer desaparecer las alas. Acto seguido se puso en guardia con las dos espadas en posición defensiva.

- Interesante - sonrió ella - has aprendido mucho en tan poco tiempo. - Ella también se puso en guardia. Aquello empezaba a excitarla mucho. Tenía ganas de combatir - Y sí, yo también puedo ver en la oscuridad - rió.

Banshee inició la ofensiva. En lugar de atacar de frente, dio un salto lateral con un pie y con el pie contrario se impulsó a continuación hacía el chico. Él se vio obligado a cambiar de posición bruscamente, para no dejar su flanco al descubierto y paró la embestida a duras penas. Banshee, lo había pillado por sorpresa, la última vez, decidió él. Acto seguido, él empujó a Banshee hacia atrás, lo que le hizo retroceder para no caer al suelo. El muchacho aprovechó para golpear dos veces, una con cada espada a sendos cuchillos y abrir la guardia de Banshee. Hecho esto aprovechó para dirigir una patada al estomago de su contrincante, lo que hizo que Banshee tuviese que echarse al suelo para poder esquivarla.

Dando una vuelta hacia atrás y de un salto, Banshee se levantó del suelo. El chico combatía bien y era rápido. Sí, definitivamente aquello le divertía mucho. Y estaba muy excitada. Volvió a la carga, esta vez propinando una serie de golpes con los cuchillos con la intención de abrir la guardia del muchacho, pero este era rápido y se defendía bien. En el último golpe de ella, el chico consiguió ponerse a un lado y golpear con el pomo de la espada en la espalda de Banshee. Ella cayó al suelo dolorida.

- Me estás engañando, ¿verdad? - dijo él divertido.

- ¿Qué quieres decir? - dijo ella también divertida en el suelo.

- Puedes hacerlo mejor, mucho mejor. Estoy convencido de ello. ¿ Por qué no luchamos con todas nuestras fuerzas? Quiero ver hasta donde puedes llegar.

Ella se levantó. Su cara era la de un demonio divertido, al que su víctima acaba de provocar. Sonreía con una sonrisa maligna y en su interior no deseaba más que lo que el chico le acababa de proponer. Aunque, tal vez, aquello sólo era por pura vanidad, pues ella sabía como acabaría aquello.

- Está bien - dijo ella sin dejar de sonreír. Y guardó los cuchillos. - Pero despliega las alas también. Así estaremos en igualdad de condiciones.

Él obedeció. En un momento las hebras de energía volvieron a aparecer, una a una, iluminando parte del patio de entrenamiento. Por su parte, ella extendió los brazos en posición diagonal hacia el suelo. De cada una de las muñequeras que llevaba surgieron cuatro finas cuchillas.

- Cuchillos psíquicos. - dijo ella divertida - Ahora te demostraré el verdadero poder de lucha de un Merodeador.

- Adelante - dijo él sin vacilar. Y repitió la posición de inicio anterior.

Pero lo que fue un inicio de combate similar, se convirtió en algo totalmente distinto. Banshee volvió a usar un salto lateral para atacar por el flanco, pero esta vez apenas se la vio venir. Él ni siquiera estuvo seguro de si le había tocado con los cuchillos o si había sido una ráfaga de aire lo que lo había golpeado. Seguidamente, ella comenzó a propinar un vendaval de golpes sin dar tregua alguna pero sin intención de golpearlo a él, sino a sus espadas.

- Por cierto - dijo ella sin detenerse - no te preocupes si mis cuchillos te atraviesan. Sólo hieren si tengo intención de que lo hagan. - dicho esto, Banshee le propinó un golpe con los cuchillos en el vientre. Él notó como los cuchillos se hundían en la carne. El dolor le hizo apoyarse con una rodilla en el suelo, pero al mirar no tenía herida alguna y el dolor se iba desvaneciendo. - ¿Ves? - dijo ella divertida.

Él sonrió. Volvió a ponerse en pie, pero está vez fue él quien atacó. Inició su turno de estocadas, pero fue en vano. Banshee apenas parecía moverse para bloquear los ataques, simplemente ponía el cuchillo iba a ir la espada. Dio un paso atrás y se abalanzó sobre él para cambiar los papeles y ser de nuevo ella la atacante. Tras una furia de golpes, una de las espadas salió despedida por el aire, aún así él mantuvo la posición conforme pudo. Pero al cambo de unos cuantos ataques no pudo más y cayó al suelo.

Entonces hubo algo que la misma Banshee no tuvo en cuenta. Mientras él caía al suelo, ella se enredó en sus alas y cayó sobre él. Él se quedó en el suelo apoyado sobre sus codos, ella de rodillas sobre él y ambos se quedaron mirando. Excitada como estaba después de su exhibición de poder y en aquella posición, ella no pudo aguantarlo más y se abalanzó sobre él.

Y así terminó el combate, mientras él se quedaba sin aliento, mientras ella le besaba....

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Avaaaaaan ^^ ya lei tu historia ^^ , tengo muxisimas ganas de q sigas escribiendo mas ^^ es maravillosa ^^, me encanta. Los mejores banshee y alfa y omega ^^.
Bessos ^x^