jueves, noviembre 29, 2007

Tales From The Inner Lands - Principio de la Oscuridad (Parte III)

Última parte de éste capítulo que cierra el principio de esta historia. He aprovechado esta parte para que Banshee le cuente un poco cómo están las cosas en el mundo al recién llegado. A partir de aquí mi idea es continuar con historias cortas relacionadas entre sí, pero no necesariamente unidas por sucesos.
Espero no haberme enrollado mucho con las explicaciones, que lo disfrutéis ^^ Principios de la Oscuridad (Parte III)
Banshee se despertó en mitad de la noche. Aún reinaba la oscuridad. Faltaban varias horas para él amanecer, sin embargo había dormido tan plácidamente que parecía que hubiese dormido hasta bien entrada la mañana.

Miró a su alrededor. A su lado yacía un chico, con el pelo rojizo, desnudo y parcialmente cubierto por una sabana. Banshee sonrió a verlo, mirando como dormía tan plácidamente como posiblemente ella misma había dormido.

Aún sin ser Merodeador, todos los oficiales habían estado de acuerdo en dejar entrar al muchacho en su refugio secreto. No obstante habían preferido también no correr riesgos innecesarios. Tal y conforme se le permitía la entrada al novio de Nana, que tampoco era Merodeador, Omega le había cegado la visión hasta llegar allí, mientras Nana usaba una melodía de confusión. De esa forma se aseguraban los Merodeadores de que sus invitados no recordasen el camino al refugio. Un método algo brusco, pero necesario para un grupo del que nadie se fiaba. Que aquel refugio se descubriera sería peligroso para todos ellos, no sólo para los oficiales, sino para todo Merodeador que buscase un lugar acogedor donde descansar sin temor alguno.

Banshee se levantó de la cama y se dirigió hacia uno de los lados de la estancia, donde un cristal psíquico centelleaba sin descanso. Pasó su mano sobre el cristal y el brillo se apagó.

- Para nuestras armas... - se dijo a sí misma – si supieran qué otros usos les damos a los cristales... - sonrió pensando en la idea. Aparte del uso que la gente del interior pensaba que los Merodeadores y malditos les daban a los cristales, el de catalizadores de energía para sus armas, Banshee había encontrado un uso para éstos que a ella lo encontraba mucho más satisfactorio. Cuando era activado por alguien, el cristal podía crear un vínculo psíquico entre ésa y otra persona. Los sentidos de ambas personas eran compartidos a partir de ese momento y cualquier relación íntima se podía convertir en una experiencia indescriptible.

Dejó el cristal, ahora apagado, nuevamente en un rincón de la estancia y se dirigió hacia la entrada. Dos lunas, una roja y una azul, se alzaban en el cielo creando una intensa luz violácea que bañaba la piel oscura de su desnudo cuerpo. Se quedó mirando un momento las dos lunas, como si sintiera su luz en su rostro. Después bajó la mirada, contemplando el silencioso valle.

Ella y el chico se encontraban en una cueva a varios metros de distancia del suelo. Desde allí se podía observar prácticamente todo el valle, aunque éste estaba prácticamente cubierto de árboles y sólo se podía observar parte de las ruinas de los edificios de antaño. Sólo dos sonidos se podían discernir, el del viento cabalgando entre la arboleda y el de la cascada, al otro lado del valle.

Por detrás, alguien le abrazó. Él acababa de despertarse, apretó sus brazos alrededor de la cintura de Banshee y apoyó su cabeza sobre su hombro. Ella respondió echado su mano hacia atrás para poder acariciar la cabeza del chico.

- Este sitio es hermoso – dijo él.

- Me gusta tanto. Lo encontramos hace unos años abandonado. Desde entonces ha sido nuestro refugio y el de todos aquellos que se nos quieren unir.

- ¿Qué era antes de llegar vosotros?

Ella ante la pregunta cambió su voz a un tono más triste. Su mente pareció recordar tiempo atrás.

- Hace un tiempo era un lugar de encuentro entre viajeros. Aquí se reunía gente de todos los rincones de este mundo. Podías encontrar descanso si era lo que buscabas o música y bebida si querías diversión. Era un lugar donde encontrar un poco de paz. – hizo una pausa y soltó un suspiro – pero parece que en este mundo nadie está a salvo de la maldición. Los malditos vinieron y sumieron el valle con una plaga... Murió mucha gente – volvió a hacer otra pausa – Poco después el valle fue aislado para prevenir la propagación de la plaga... el valle fue olvidado. Al tiempo lo encontramos nosotros, entramos por una entrada que sólo nosotros conocemos.

- ¿Y esa maldición de la que hablas?

- La Mancha. Una maldición de antaño que aún perdura en nuestros días. Nos convierte en violentos, irascibles. Nos condena a las sombras y hace que luchemos contra nuestros propios amigos y nuestros propios amantes...

- ¿Has dicho “nos”? - preguntó con cierta sorpresa él - ¿Quieres decir que estáis malditos vosotros también?

- No, ya no. - suspiro ella – Salvo tú y el novio de Nana, todos los que nos encontramos en este valle estuvimos malditos tiempo atrás. Todos los Merodeadores lo estuvimos alguna vez, somos los pocos que han conseguido librarse de ella sin morir o ser asesinados antes. Pero aún hoy recordamos nuestros pecados y tenemos que sufrirlos.

Él suspiro. Apretó sus brazos y su cuerpo contra ella y le dió un beso cariñoso en el cuello.

- Lo siento – dijo él – debe ser duro vivir así...

- Lo es, pero más por culpa de la gente, que te recuerda tus propios pecados. Es por eso que Alfa, Omega y yo creamos los Merodeadores, para tenernos entre nosotros y poder ayudarnos. – hizo una pausa sonriendo – Aunque también tiene su lado bueno. No hubiese conocido a todo mi equipo si no fuese por la maldición y por la gente que nos repudió. Y... - Banshee levantó la mirada hacia atrás para mirarlo a la cara y le sonrió – no podría haber visto en la oscuridad si no hubiese estado un día maldita.

- O sea – dijo el riendo - ¿qué la maldición te ayudó a ganarme esta tarde? Pero, ¿cómo es eso posible? Ya no estáis malditos, ¿no?

- En primer lugar... te gané yo sola. Y no necesitaba poderte ver para haberlo hecho. – le sacó la lengua divertida – Y en segundo, los poderes de las sombras aún los tenemos en parte. Son el regalo por mancillarte el alma, te otorgan poder pero a un precio. Y se conserva parte de ese poder al quitar la maldición. El poder usar el cristal que he usado esta noche, también es parte del regalo de las sombras.

- Ese cristal... Tengo que comprarme uno – dijo entre risas él.

- Tú no puedes usarlo – rió ella también – debes haber estado maldito antes. Sólo nosotros podemos... yo, Alfa, Omega, Nana – señaló hacia la arboleda, en dirección a la cascada – Si miras detenidamente, puedes ver la luz del cristal de Alfa y Omega que usan juntos.

- ¿Ellos son... amantes?

- Sí – dijo Banshee sonriendo – son gays. Sorprende un poco cuando lo descubres, ¿veerdad?.

- Parecen más amigos que otra cosa, nunca lo hubiese adivinado.

- Lo sé, me gusta como se llevan entre ellos. Me gusta la relación que hay entre los miembros de los Merodeadores. Nos llevamos muy bien, y eso cuando necesitamos luchar se nota... Luego está Nana, su caso aún es más especial. Su novio no es exterior, es un exiliado.

- ¿Y eso que significa?

- Que es un humano corriente aquí y en el otro lado. No tiene un cuerpo interior como nosotros, no puede sentir o manejar los elementos y sólo puede venir aquí si es acompañado por nosotros y por cortos periodos de tiempo. - Banshee suspiró – Realmente ella muy bien todo este asunto. Incluso piensa que puede haber una manera de librar del exilio a su novio y traerlo definitivamente aquí. Espero que lo consiga.

De repente Banshee se notó algo que le oprimía los brazos y las piernas, junto a un leve calor. El muchacho había enrollado sus alas en sus extremidades y estaba parcialmente inmóvil. Mientras, él le susurró al oído:

- Realmente te preocupas por los tuyos. ¿Sabes que eres adorable.

- Hago lo que puedo – dijo ella sonriendo y sintiendo que el corazón se le aceleraba.

Él la envolvió completamente con sus alas mientras abrazándola le daba un cálido beso...

***

Otro largo día de entrenamiento en la academia. Estaba cansado y no tenía ganas de descansar. A pesar que era mejor que ella, aquella chica, Ondina, no paraba de repetir una y otra vez los combates. La había vencido hoy una decena de veces, ¿cuántas más quería antes de entender que aunque ella fuera la instructora y él el alumno, ella no tenía nada que hacer?

Golpeaba incesantemente la lanza de Ondina con sus dos espadas. De tanto en tanto, conseguía abrir su guardia y en ese momento aprovechaba para hundir su ataque. Le parecía sencillo, al menos al principio. Desde hacía un rato, un fuerte dolor de cabeza no le dejaba pensar y estaba exhausto por los combates. Al final sucedió lo inevitable, en una de tantas embestidas del chico, éste estaba demasiado cansado y Ondina no tuvo piedad, le golpeó con todas sus fuerzas con su lanza.

- ¡Mírame! - dijo Ondina severamente - ¿Cómo me ves?

- ¿Qué? - dijo él mientras se levantaba a duras penas – No entiendo

- ¿Por qué te he vencido esta vez? - hizo una pausa para que contestara, pero él no tenía ni idea de lo que ella estaba preguntando – Fijándote un poco lo entenderías. Estás al límite de tus fuerzas, mientras yo aún conservo fuerzas. Debería sorprenderte sabiendo que llevamos el mismo tiempo luchando. – hizo una pausa y bajó el tono de voz, relajándose un poco, aunque siguió con un tono severo – Usas demasiadas energías, debes aprender a no hacer movimientos inútiles. No puedes asegurar nunca que o vas a enfrentarte a un solo adversario. Y eso, por muy bueno que seas, te puede pasar factura. - respiró profundamente – Bueno, creo que lo dejaremos por hoy... Piensa en lo que te he dicho.

Dicho esto, Ondina se retiró. Él se quedó sentado sobre la arena del patio de entrenamiento. Estaba furioso, aquella chica lo había puesto furioso. No sabía cómo pero se lo haría pagar. Se había aprovechado de que tenía un fuerte dolor de cabeza, posiblemente también un poco de fiebre y se sentía algo débil.

Dos estudiantes más pasaron por allí. Iban murmurando algo, pero se detuvieron cuando lo vieron. Dijeron algo en voz baja y luego se alejaron más deprisa que antes de verlo. Pero, ¿qué le pasaba a todo el mundo hoy? No podían simplemente dejarlo vivir su vida en tranquilidad.

Decidido, se marchaba de aquella estúpida academia. No conocía aquel mundo y no sabía a donde ir, pero ya encontraría algo. Ahora sólo quería salir de allí lo más rápido posible, aquel lugar se le estaba haciendo agobiante por momentos.

***

Al día siguiente, por la mañana, Banshee fue llamada a la academia. Muy buenas o muy malas noticias, sólo por algo de suma importancia le hubiesen dejado entrar en aquel sitio. Y no se esperaba muy buenas noticias, un mal presentimiento le abordaba.

Al llegar al despacho del director de la academia se encontró allí a Ondina, sumida en una discusión con éste. Cuando Banshee entró, ambos la miraron y callaron. Guardaron silencio mientras ella cerraba la puerta.

- Banshee, tenemos que darte malas noticias. - Ondina fue la primera en hablar y lo hizo con cierta tristeza en su tono de voz. Los peores temores de Banshee se estaban cumpliendo. Ondina hizo una pausa para conseguir decir lo que quería – El chico nuevo ha sido maldito.

Al oír esto, los ojos de Banshee se abrieron de par en par y sus pupilas se contrajeron. No daba crédito a lo que estaba oyendo.

- Pero, ¿cómo? - dijo ella con voz entrecortada – La Mancha solo afecta a los más débiles. Él era un alado, no debería afectarle lo más mínimo.

- Esto solo viene a comprobar lo poco que sabemos de la maldición en realidad. - el director de la academia habló en ese momento, más calmado que ellas dos, pero en su voz también se palpaba la preocupación. - Sea como sea, es verdad. El muchacho ha golpeado a dos guardias que intentaron identificarlo y se ha escapado hacia las tierras malditas. Un grupo de guardias ha intentado seguirlo pero le ha perdido el rastro. Definitivamente... creo que lo hemos perdido.

- Tenemos que idear un plan para detenerlo antes de que sea demasiado tarde. – se apresuró a decir Ondina – nunca hemos luchado contra un alado y puede llegar a ser una grave amenaza si no lo detenemos a tiempo. - dicho esto hizo se calló. Se dio cuenta de que Banshee estaba allí, sin prestar atención, con la mirada perdida, sin poder asimilar lo que había escuchado. Se acercó a ella. - lo siento.

- Sí, ya. Supongo... - Banshee mantenía los ojos totalmente abiertos y mirando al vacío. Dicho esto abandonó la sala.

Cabizbaja y con los ojos cerrados, Banshee contuvo las lágrimas. Sólo apretó los dientes y los puños.

- Toda la vida has tenido mala suerte, Banshee – se dijo a sí misma - ¿cómo esperabas que fuese esta vez?... La primera vez que te has enamorado...

***

Fuera, en la plaza delante de la academia estaban esperando Alfa y Omega. Banshee se dirigió hacia ellos, con una mirada seria, con una mezcla de enfado y tristeza. Cuando llegó donde estaban ellos, pasó de largo, dejando confusa a la pareja.

- ¿Dónde vamos? - preguntó atónito Alfa, mientras él y Omega la seguían.

- A solucionar un asunto. – dijo ella con firmeza – A erradicar de una vez por todas la Mancha de este mundo o a matar al nuevo...

Ellos no comprendían muy bien de qué estaba hablando, pero la seguían de cerca al mismo ritmo que ella.

- Jefa, ¿estás bien? - preguntó Omega

- ¿Bien? Estoy todo lo bien que me podría sentir. Y tú, ¿Cómo te sentirías si fueses la única persona que puede matar a quien amenaza toda una nación y estuvieses enamorado de él?

1 comentario:

Unknown dijo...

>.< me encantan todas tus historias tio ^^ son geniales....
quiero mas!, quiero mas!, quiero mas!!!! XD

~☼~Yin~☼~